La variabilidad del
clima es un hecho de por sí natural e históricamente hemos tenido capacidad
para adaptarnos. No obstante actualmente los cambios climáticos irrumpen con
mayor frecuencia e intensidad dado el efecto invernadero, que está generando
desastres severos que ponen en juego la supervivencia de las personas y
hogares, dañan la infraestructura, la comunicación y el comercio, el tejido
social y minimizan las oportunidades de desarrollo. Esto deviene principalmente
de la actividad humana, del modelo de desarrollo socioeconómico de nuestros
países el cual es imperante transformar, apuntando entre otras medidas a reducir
las emisiones de gases del efecto invernadero, incrementar la capacidad de
adaptación y de resilencia. Esta tarea conlleva necesariamente abordar las
vulnerabilidades y con ello el acceso a las oportunidades de educación, empleo
y desarrollo económico para toda la población, especialmente para las que viven
en condiciones de mayor exclusión social que son quienes sufren en mayor medida
las consecuencias climáticas, tales como las mujeres.
Si bien los desastres
afectan a ambos géneros, no lo hacen por igual ya que las condiciones de
vulnerabilidad son diferenciadas, además de construidas socialmente, y por la
misma razón las políticas tampoco tienen el mismo efecto si no tienen enfoque
de género, es decir que contemplen cuales son los roles asignados socialmente a
cada género en el trabajo productivo, reproductivo y comunitario y la dinámica
de poder entre ambos, que potencian las condiciones de vulnerabilidad de las
mujeres excluyéndolas del desarrollo económico, social, educativo y político.
En los desastres, a las
mujeres se les asignan tareas vinculadas al rol reproductivo tales como la
evacuación, la consecución y preparación de alimentos, el cuido familiar y
social, no obstante no reciben apoyo para fortalecer el acceso, uso y control
de recursos físicos o económicos o para reinsertarse al sector educativo y
productivo. En los desastres la atención en salud se dificulta y con ello el
acceso a medicamentos, a partos seguros, entre otras ausencias, cuando más
necesario resulta al haberse afectado su red social de apoyo que normalmente
absorbe gran parte de las fallas de las políticas públicas.
Pero además de ser de
las poblaciones más afectadas, las mujeres son agentes activas y notablemente
invisibilizadas en la prevención, mitigación y respuesta en los desastres, ya
que hacen parte de muchas organizaciones sociales, tienen amplio conocimiento
de las dinámicas comunitarias, poseen gran capacidad de subsistencia y
desarrollan numerosas alternativas de protección al medioambiente preventivas
de los desastres. Tienen por lo tanto una competencia importante en contribuir
a la reducción de riesgos antes, durante y después del desastre, considerando
que el impacto desastre no es la etapa final sino efecto de la planificación y
preparación que se tenga, por lo que dotar a las mujeres de poder político para
desarrollar esta capacidad es un factor protector.
Por lo tanto los desastres y el cambio climático no son solamente un
problema ambiental, es también social y económico, su impacto amenaza al desarrollo y los derechos humanos, por lo
que las intervenciones deben partir de fomentar la garantía de los derechos en
igualdad de condiciones sin discriminación de género. Las políticas públicas
deben tanto a nivel nacional como regional comprender la resilencia (entendida como capacidad de
recuperación), la adaptación al cambio climático y la igualdad de género como
parte del desarrollo, y para ello deben trascender de la visión de desastres y
emergencias a la gestión integral del riesgo construyendo sociedades
resilentes, participativas y equitativas, esto pasa por que sean políticas que
transformen las relaciones de género existentes.
A nivel internacional se ha procurado rescatar lo señalado en
instrumentos tales como el Marco de Acción de Hyogo (2005), la Conferencia y
Declaración Internacional de Manila sobre Género, Cambio Climático y Reducción
de Riesgos (Manila, 2008), la Conferencia y Declaración de sobre Género y
Reducción de Riesgos de Desastres (Beijing,
2009), en varias COPs, en los objetivos de desarrollo mundial (ODMs y ahora
ODSs). A nivel regional aunque se enuncia en el Plan Ambiental para Centroamérica
2005-2010 que considera la incorporación de género considerando las relaciones
entre hombre s mujeres y con los recursos naturales, desde una perspectiva
integral, y en la también conducida por el CCAD, Estrategia Regional de Cambio
Climático (2010) establece el enfoque de género, no se han alcanzado a desarrollar resultados
significativos en dicha dirección. Desde la Política Centroamericana de Gestión
Integral de Riesgo a Desastres (2010), que contempla como parte de sus principios la
equidad de género, se vienen desarrollando procesos de fortalecimiento de
capacidades en este ámbito tanto del recurso humano como de transversalización
de género en las políticas y planes nacionales. Por su parte, la Política
Regional de Igualdad y Equidad de Género del SICA, contempla un eje específico
con medidas para afrontar brechas de género destacadas en la gestión del riesgo
y adaptación al cambio climático, con un tímido desarrollo al momento.
Cabe
concluir que la igualdad de género es una condición del desarrollo, por lo
tanto de la eficiencia de las políticas, programas y proyectos en los ámbitos
político, social, económico y ambiental, en consecuencia es un factor de
reducción de los desastres, por lo que amerita que se realicen mayores
esfuerzos tanto a nivel nacional como regional para procurarla.
Por: Raquel Lozano
Marcos (12 de junio 2016)
Bibliografía
utilizada:
CCAD. (2005). Plan Ambiental para Centroamérica 2005-2010.
CCAD. (2010). Estrategia Regional de Cambio Climático.SICA. (2013). Política Regional de Igualdad y Equidad de Género del SICA.
Estado de la Región (2003). Segundo Informe sobre Desarrollo Humano en Centroamérica y Panamá. En, http://www.estadonacion.or.cr/files/biblioteca_virtual/centroamerica/002/DH2003Cap5-region02.pdf.
COMMCA, CCAD, CEPREDENAC, PNUD y OIM (2012). Taller Centroamericano sobre Género, Cambio Climático y Gestión del Riesgo de Desastres “Hacia una agenda integrada”.
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