domingo, 12 de junio de 2016

Efectos de la Sequía en Centroamérica y El Caribe






El cambio climático está provocando alteraciones de largo plazo en la hidrología y ecología de los ecosistemas, Por lo que se reflejado en  la producción agrícola. Las temperaturas más altas afectan las tasas de evaporación y evapotranspiración, así como el almacenamiento de agua en lagos y embalses.

La OMM define la sequía como “un período con condiciones meteorológicas anormalmente secas, suficientemente prolongado como para que la falta de precipitación cause un grave desequilibrio hidrológico” (Crespo, 2008).

El agua destinada a la agricultura en América Latina y el Caribe representa cerca del 67% de la extracción total (FAO 2013). La disminución de la humedad en la capa superior del suelo puede reflejarse en una reducción considerable de tierra apta para la agricultura dependiente de las lluvias y lo anterior agravarse con la presencia de periodos prolongados de sequía. En consecuencia, la necesidad de sistemas de riego aumentan las precipitaciones en la infraestructura existente para suministro de agua con aumentos esperados en los costos de producción.

Además, las reducciones en la humedad de la superficie del suelo se relacionan con un aumento en la aridez. Esto es particularmente relevante en el caso de América Latina, dada su marcada dependencia en sistema de producción de secano y de la presencia de unidades agrícolas de pequeña escala en áreas marginales.

En Centroamérica, la sequía se enfatiza en períodos estacionales, pero pueden registrarse hasta tres años consecutivos deficitarios o más, según el país, con lluvias reducidas respecto a lo normal.


En el caso del fenómeno de El Niño, éste produce una reducción de variable magnitud en la cantidad de precipitación que cae sobre la región de Centroamérica y el Caribe, afectando casi todas las ciudades principales de la región, la recarga de acuíferos y algunas de las principales regiones productivas dedicadas tanto para cultivos de consumo local como de exportación.
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Desde el año 2009, la región centroamericana  ha registrado lluvias por debajo de los promedios usuales. Las menores precipitaciones han conllevado la pérdida total o parcial de cosechas para decenas de miles de familias, cuya sustento básico depende de cultivos de maíz y frijol, en parcelas de escasa superficie, y limitada vocación agrícola. En 2009, 2014 y 2015, los gobiernos centroamericanos declararon estados de emergencia o calamidad debido a la sequía.

 El fenómeno de El  Niño, las temperaturas superficiales del mar en la zona tropical oriental del Océano Pacifico, son entre 0.5 y 2.5°C más cálidas que los valores promedio para estas mismas regiones. Una de las consecuencias más evidentes del fenómeno de El Niño, es el cambio en los patrones de precipitación en gran parte del mundo.

El Corredor Seco se extiende desde Chiapas, al sur de México hasta Costa Rica, y abarca una franja de las cuencas que vierten al Océano Pacífico, a lo largo de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. En este amplio territorio se asientan 1,9 millones de hogares centroamericanos (9,5 millones de habitantes), que tienen como principal medio de vida el cultivo de granos básicos, y el trabajo temporal en plantaciones de café y azúcar.

Sin embargo, las sequías en esta región del mundo están muy alejadas de la magnitud que adquiere la falta de lluvias en otras zonas como el Sahel o el Cuerno de África. Así por ejemplo, el municipio guatemalteco de Jocotán, situado en pleno Corredor Seco, y uno de los más afectados por la irregularidad de las lluvias, el promedio anual de precipitaciones registrada en el periodo 2010-2014 fue de 1,187 litros/m2, siendo el año más seco 2012, con tan solo 881 litros/m2 medidos.

Aunque es incuestionable que una mayor o menor lluvia tienen consecuencias en la producción agraria, el impacto que esto tiene en la seguridad alimentaria y condiciones de vida de los hogares campesinos del Corredor Seco, en especial el guatemalteco, se debe sobre todo a la situación de pobreza extrema y carencia de servicios básicos (salud, educación, infraestructuras, apoyo productivo), de estas mismas familias. A lo anterior se suma la escasa adaptación de los sistemas productivos tradicionales, basados en el cultivo de maíz y frijol, los cuales demandan importantes cantidades de agua en periodos concretos de su desarrollo. Estos son los factores esenciales que explican la necesidad de proporcionar ayuda alimentaria a los hogares que se ven damnificados por la pérdida de cosechas, como ha ocurrido en el 2014 y 2015.

Referencias:

·         Análisis inicial del impacto de la sequía en la seguridad alimentaria en Guatemala, El Salvador y Honduras. (2015). Recuperado de: http://www.redhum.org/documento_detail/acf-informe-de-situacion-sequia-guatemala-

·         FAO. (2015). Actualización sobre la sequía en América Central.   

·         Informe situación (2015). Evidencias para entender el impacto humanitario de las sequías de 2014 y 2015 en el Corredor Seco de Guatemala. Acción Contra el Hambre. Guatemala.

·         La FAO alerta de los efectos de la sequía sobre la seguridad alimentaria en Centroamérica. (2015,12 de agosto).Periódico digital Diario Latino.net. Recuperado de: http://diariolatino.net/la-fao-alerta-de-los-efectos-de-la-sequia-sobre-la-seguridad-alimentaria-en-centroamerica/

·         Ortiz. (2012).El Cambio Climático y la Producción Agrícola. BID.

·        Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las Américas: una mirada hacia América Latina y el Caribe. (2014).  / CEPAL, FAO, IICA. San José, C.R.: IICA, 2013.

·         Proyecto de Integración y Desarrollo en Mesoamérica (2014).San Salvador, El Salvador.

·         Vargas Bonilla, A. (2014).Patrones de sequía en Centroamérica: Su impacto en la Producción de maíz y frijol y uso del índice normalizado de la precipitación para los sistemas de alerta temprana. Honduras.

Pamela de la Rosa.


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