El cambio climático está provocando alteraciones de
largo plazo en la hidrología y ecología de los ecosistemas, Por lo que se
reflejado en la producción agrícola. Las
temperaturas más altas afectan las tasas de evaporación y evapotranspiración,
así como el almacenamiento de agua en lagos y embalses.
La OMM define la sequía como “un período con condiciones meteorológicas anormalmente secas, suficientemente prolongado como para que la falta de precipitación cause un grave desequilibrio hidrológico” (Crespo, 2008).
El agua destinada a la agricultura en América
Latina y el Caribe representa cerca del 67% de la extracción total (FAO 2013).
La disminución de la humedad en la capa superior del suelo puede reflejarse en
una reducción considerable de tierra apta para la agricultura dependiente de
las lluvias y lo anterior agravarse con la presencia de periodos prolongados de
sequía. En consecuencia, la necesidad de sistemas de riego aumentan las
precipitaciones en la infraestructura existente para suministro de agua con
aumentos esperados en los costos de producción.
Además, las reducciones en la humedad de la
superficie del suelo se relacionan con un aumento en la aridez. Esto es
particularmente relevante en el caso de América Latina, dada su marcada
dependencia en sistema de producción de secano y de la presencia de unidades
agrícolas de pequeña escala en áreas marginales.
En
Centroamérica, la sequía se enfatiza en períodos estacionales, pero pueden
registrarse hasta tres años consecutivos deficitarios o más, según el país, con
lluvias reducidas respecto a lo normal.
En
el caso del fenómeno de El Niño, éste produce una reducción de variable
magnitud en la cantidad de precipitación que cae sobre la región de
Centroamérica y el Caribe, afectando casi todas las ciudades principales de la
región, la recarga de acuíferos y algunas de las principales regiones
productivas dedicadas tanto para cultivos de consumo local como de exportación.
.
Desde
el año 2009, la región centroamericana ha registrado lluvias por debajo de los
promedios usuales. Las menores precipitaciones han conllevado la pérdida total
o parcial de cosechas para decenas de miles de familias, cuya sustento básico
depende de cultivos de maíz y frijol, en parcelas de escasa superficie, y
limitada vocación agrícola. En 2009, 2014 y 2015, los gobiernos
centroamericanos declararon estados de emergencia o calamidad debido a la
sequía.
El fenómeno de El Niño, las temperaturas superficiales del mar
en la zona tropical oriental del Océano Pacifico, son entre 0.5 y 2.5°C más
cálidas que los valores promedio para estas mismas regiones. Una de las
consecuencias más evidentes del fenómeno de El Niño, es el cambio en los
patrones de precipitación en gran parte del mundo.
El
Corredor Seco se extiende desde Chiapas, al sur de México hasta Costa Rica, y
abarca una franja de las cuencas que vierten al Océano Pacífico, a lo largo de
Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. En este amplio territorio se
asientan 1,9 millones de hogares centroamericanos (9,5 millones de habitantes),
que tienen como principal medio de vida el cultivo de granos básicos, y el
trabajo temporal en plantaciones de café y azúcar.
Sin
embargo, las sequías en esta región del mundo están muy alejadas de la magnitud
que adquiere la falta de lluvias en otras zonas como el Sahel o el Cuerno de
África. Así por ejemplo, el municipio guatemalteco de Jocotán, situado en pleno
Corredor Seco, y uno de los más afectados por la irregularidad de las lluvias,
el promedio anual de precipitaciones registrada en el periodo 2010-2014 fue de
1,187 litros/m2, siendo el año más seco 2012, con tan solo 881 litros/m2
medidos.
Aunque
es incuestionable que una mayor o menor lluvia tienen consecuencias en la
producción agraria, el impacto que esto tiene en la seguridad alimentaria y
condiciones de vida de los hogares campesinos del Corredor Seco, en especial el
guatemalteco, se debe sobre todo a la situación de pobreza extrema y carencia
de servicios básicos (salud, educación, infraestructuras, apoyo productivo), de
estas mismas familias. A lo anterior se suma la escasa adaptación de los
sistemas productivos tradicionales, basados en el cultivo de maíz y frijol, los
cuales demandan importantes cantidades de agua en periodos concretos de su
desarrollo. Estos son los factores esenciales que explican la necesidad de
proporcionar ayuda alimentaria a los hogares que se ven damnificados por la
pérdida de cosechas, como ha ocurrido en el 2014 y 2015.
Referencias:
·
Análisis inicial del impacto de la sequía en
la seguridad alimentaria en Guatemala, El Salvador y Honduras. (2015).
Recuperado de: http://www.redhum.org/documento_detail/acf-informe-de-situacion-sequia-guatemala-
·
FAO. (2015). Actualización sobre la sequía en
América Central.
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Informe situación (2015). Evidencias para entender el impacto
humanitario de las sequías de 2014 y 2015 en el Corredor Seco de Guatemala.
Acción Contra el Hambre. Guatemala.
·
La FAO alerta de los efectos de la sequía
sobre la seguridad alimentaria en Centroamérica. (2015,12 de agosto).Periódico
digital Diario Latino.net. Recuperado de: http://diariolatino.net/la-fao-alerta-de-los-efectos-de-la-sequia-sobre-la-seguridad-alimentaria-en-centroamerica/
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Ortiz. (2012).El Cambio Climático y la
Producción Agrícola. BID.
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Perspectivas de la
agricultura y del desarrollo rural en las Américas: una mirada hacia América
Latina y el Caribe. (2014). / CEPAL,
FAO, IICA. San José, C.R.: IICA, 2013.
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Proyecto de Integración y Desarrollo en Mesoamérica
(2014).San Salvador, El Salvador.
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Vargas Bonilla, A. (2014).Patrones de sequía
en Centroamérica: Su impacto en la Producción de maíz y frijol y uso del índice
normalizado de la precipitación para los sistemas de alerta temprana. Honduras.
Pamela de la Rosa.
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